Al rescate de lo perdido

Cuando CFK inaugure el nuevo período de sesiones ordinarias, 24 diputados y 6 senadores ya no estarán en las filas del oficialismo. A partir de ahora habrá otra mirada para frenar esta diáspora. ¿Julio Cobos aplaudirá a su lado?

Impensadamente el segundo discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la Asamblea Legislativa este domingo 1° de marzo en el recinto de la Cámara baja estará rodeado de un tenso clima social y político que cruza la sociedad argentina.

Afuera -seguramente- estarán los movimientos sociales y políticos que aún depositan su confianza en el proyecto nacional y popular, como lo define su esposo Néstor Kirchner, para aplaudir y apoyar el discurso que verán por las pantallas instaladas sobre la avenida Entre Ríos. Obviamente todo supervisado por el secretario general de la Presidencia de la Nación, Oscar Parrilli, quien a través de sus asesores de confianza -y en algunos casos personalmente- convoca a los dirigentes piqueteros.

También serán de la partida las bases de los intendentes del conurbano bonaerense, todos ellos con sus banderas, previa pelea por la ubicación, ya que el objetivo es aparecer en los primeros planos de las fotos de los diarios y las cámaras de televisión. Empero, todas las miradas estarán puestas en el recinto, ya que el protocolo exige que CFK esté flanqueada por el vicepresidente de la Nación, Julio Cleto Cobos, y el titular de la Cámara de Diputados, el jujeño Eduardo Fellner.

La última vez que estos tres actores compartieron un mismo escenario fue en la Basílica de Luján, donde la Presidenta se ubicó sola adelante, y no precisamente por decisión de las autoridades eclesiásticas, sino la orden vino directamente desde Balcarce 50, más allá de que después lo negaron, aunque lo dejaron trascender en riguroso off the record.

La imagen fue patética: CFK sola, y el resto de las autoridades en las filas subsiguientes. Así se pudo ver prolijamente sentaditos a Cobos, Fellner, los senadores José Pampuro, Miguel Angel Pichetto, y los ministros del Gabinete nacional, entre otros.

Tras la ceremonia, Cobos partió silbando bajito rumbo a su despacho, aceptando ese nuevo ninguneo. Una pasividad que saca de las casillas a más de uno que se pregunta hasta cuando aceptará jugar ese papel.

En esa oportunidad quedó demostrado nuevamente que la pelea ideológica entre el kirchnerismo y el vicepresidente de la Nación no tiene regreso, sino que por el contrario se agudiza con el correr del tiempo. Así las cosas, en lo que resta hasta diciembre de 2011 -fecha de vencimiento de la alianza votada en 2007- se entrevé un panorama de hostigamiento de imprevisibles consecuencias.

Operaciones secretas

“No hay ninguna novedad”. Esa fue la mínima respuesta que Parlamentario obtuvo cuando sondeó a más de un funcionario del primer piso de Balcarce 50 sobre el escenario del recinto de la Cámara baja, donde Cristina sí o sí va a compartir el primer plano con un amigo, Eduardo Fellner, y un “enemigo” político, el mendocino Julio Cleto Cobos.

Ante la insistencia, uno de ellos que se precia de tener diálogo frecuente con CFK y NK, sugirió no descartar alguna movida para “evitar esa foto”. Por estas horas, el entorno presidencial está buscando una salida para evitar la imagen del año.

Silenciosamente los paladares negros del kirchnerismo están trabajando para desgastar al vicepresidente. Uno de ellos comentó a Parlamentario que no cesarán en la embestida hasta que renuncie. Por cierto, Cobos sabe que existe una operación para destituirlo. Está esperando ese momento para potenciar aún más su figura.

Mas allá de estos movimientos, el vicepresidente de la Nación estará el 1° de marzo en el atril principal, y seguramente recibirá a CFK como el protocolo lo indica. A ninguno de los dos les conviene potenciar la pelea ante los medios de comunicación, que estarán a la espera de un acontecimiento que puede sepultar o catapultar políticamente a uno de los actores.

La pregunta del millón es ¿qué pasará el domingo? ¿Habrá una foto tripartita como la de 2008?

Ya no están los de entonces. Otro detalle más que importante e imposible de soslayar es el clima que habrá puertas adentro del recinto de la Cámara baja. Más que obvio que todos los palcos que lo rodean estarán copados por los invitados especiales del oficialismo, y a lo sumo en una cantidad mínima los correspondientes a la oposición.
Con sus banderas, aplausos y papelitos le darán color a las definiciones presidenciales con los consabidos aplausos de los senadores y diputados todavía disciplinados con el Frente de la Victoria-PJ.

Claro que ya no estarán los mismos de la primera visita de un año atrás. Como es de público conocimiento, más de uno armó sus bártulos de cara a las elecciones legislativas de octubre, playa de maniobras de las presidenciales de 2001.

En los sitios destinados al oficialismo ya no estarán Felipe Solá, Marta Velarde, Enrique Thomás, Beatriz Halac, Lorena Rossi, Julio Arriaga, Zulema Daher, Irma García, Jorge Montoya, Jorge Villaverde, Jorge Obeid, Walter Agosto y Ariel Dalla Fontana, que antes la aplaudieron con placer.

Lo mismo sucede con Miguel Bonasso, Victoria Donda Pérez, Cecilia Merchan y Vilma Ibarra, ex aliados estratégicos hoy ubicados en la vereda de enfrente, por discrepancias en la metodología del armado electoral del titular del PJ Néstor Kirchner, por un lado, y en el caso de Bonasso, enfadado por el veto del Ejecutivo a la ley de glaciares, entre otras razones.

Cinco apellidos, a los que se deben agregar radicales K como Daniel Katz, Laura Montero, Juan Carlos Scalise y Jorge Albarracín.

Un listado que debe incluir -pese a figurar en el listado de los 116 bajo la batuta del santafesino Agustín Rossi-, a los bonaerenses Luis Barrionuevo, su esposa Graciela Camaño o Mabel Müller, tres históricos orgánicos de Eduardo Duhalde.

Una suma de disidentes que da la bonita cifra de 24 varones y mujeres -dos de ellos ex gobernadores como es el caso de Solá y Obeid-, sin descontar que hay más de un tapado que prefiere seguir, amén de las críticas a la pareja presidencial, en algunos casos a la espera de ser bendecidos para una nueva reelección de sus mandatos.

Ruidos políticos

En el recoleto ámbito del Senado de la Nación, quien les amargó el verano a la pareja presidencial fue el ex corredor de carreras y ex gobernador de Santa Fe Carlos “Lole” Reutemann.

En función de privilegiar sus posibilidades electorales en las elecciones de octubre, rompió con el kirchnerismo porque todos los sondeos confirman que esa es una mala palabra en esa provincia agrícola ganadera, y le dejó esa pesada mochila a Agustín Rossi para que siga adelante con esas banderas.

Como era previsible, su compañera Roxana Latorre armó sus bártulos y se subió al auto electoral de su jefe. El mismo camino tomó la salteña Sonia Escudero tras el portazo de su líder histórico Juan Carlos Romero.

Cuatro bajas -dos de ellos de ex gobernadores- que sacudieron a la bancada que dirigen Miguel Angel Pichetto y Nicolás Fernández, los que tuvieron que apelar a todos los recursos para frenar la sangría que en algún momento se planteó. No sólo ellos, sino que desde la Casa Rosada y la Quinta Presidencial de Olivos operaron para calmar a los disidentes, los que optaron por el momento por esconder su malestar con la política oficial.

A ellos se debe agregar el vicepresidente de la Nación Julio Cleto Cobos, que al igual que Reutemann y Romero fueron gobernadores de provincias estratégicas. Precisamente uno de los aliados de Cobos, el rionegrino Pablo Verani ya no se considera un soldado de la Concertación Plural, lo mismo que el salteño Juan Agustín Pérez Alsina, quien defendió la postura de Romero, al que lo une una larga relación política más allá de su pertenencia al Partido Renovador. También el santiagueño Emilio Rached dejó la Concertación Plural.

El que se regodeó con estas bajas fue el jujeño Gerardo Morales, para quien el misionero Luis Viana se quedaría por una formalidad en el seno del bloque de la dupla Pichetto-Fernández. “Esto marca el declive del Gobierno”, conjeturó.

Este es el escenario que a priori presenta la segunda inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación por parte de Cristina Fernández, cuyo discurso insistirá en defender su modelo de gestión y de anunciar una serie de medidas tendientes para garantizar el proyecto político diseñado por su esposo.

Destacará la Presidenta la privatización de las AFJP, la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, el plan de obras públicas, el rol del Estado, las escuelas construidas para consolidar la Educación -cifras que la oposición pone en duda-, la política social, aunque se privará de citar las estadísticas que enfatizan lo contrario en cuanto a pobreza e indigencia, como lo remarca el diputado nacional de la CTA Claudio Lozano.

En un discurso que no obviará referencias a la crisis económica mundial, resaltará además el rol que jugará el Consejo Económico y Social, la gran apuesta del Bicentenario, el papel de Argentina en el Mercosur, y fundamentalmente una convocatoria a reforzar la unidad nacional para enfrentar los efectos de la crisis económica mundial.

Un inventario en el que según algunos funcionarios del Gobierno consultados por Parlamentario, no se descarta el anuncio de una nueva ley de ART y una nueva ley de servicios audiovisuales en el transcurso del año.

Todo esto no podrá garantizar, como se regodean desde la oposición, el escenario de la que será la tercera apertura de sesiones ordinarias, tras el resultado de las elecciones de octubre. Claro que para ello falta conocer el mensaje de las urnas, que cruzará toda la actividad en las comisiones y los recintos en 2009, por lo menos hasta el domingo 25 de octubre. 

La pareja presidencial es consciente de la difícil situación económica del país, más allá que lo minimice. Por eso el discurso de CFK seguramente estará centrado en rescatar todo lo perdido en 2008, para revertir los agoreros pronósticos de la oposición. El 25 de octubre será el día D del Gobierno nacional.

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