Un escollo para la unificación radical

La alianza entre el radicalismo y la Coalición Cívica en la provincia de Buenos Aires podría correr peligro en las próximas horas. La convención radical bonaerense se reunirá mañana para aprobar esa alianza, pero dos dirigentes importantes, Federico Storani y Leopoldo Moreau, que controlan el 60% de los convencionales, tomaron distancia, por motivos distintos, de esos acuerdos interpartidarios. 

Ambos dirigentes han sido siempre críticos de los acercamientos a Elisa Carrió y, en especial, con la figura política de ésta. Storani y Moreau se retiraron de la reciente convención del radicalismo, en Mar del Plata, cuando Carrió habló ante ella. 

Moreau ha sido parco ante sus correligionarios en los últimos días, pero algunos dirigentes significativos del radicalismo bonaerense señalan que está analizando la confección de listas propias, integradas sólo por radicales, junto con el intendente de Junín, Mario Meoni, que es un radical que responde al vicepresidente Julio Cobos, aunque no existe ninguna constancia de que éste esté respaldando una escisión en el radicalismo bonaerense. En todo caso, Cobos y Moreau comparten una distancia crítica de Carrió. 

En el fondo, en el radicalismo bonaerense está sucediendo lo mismo que en otros sectores del centenario partido: algunos dirigentes entrevén que una consolidación de liderazgo de Carrió en la UCR podría terminar con sus carreras políticas. En cambio, los interlocutores convencidos de Carrió en Buenos Aires son el creciente Ricardo Alfonsín; el sector que responde al ex ministro Juan Manuel Casella y el propio presidente del radicalismo bonaerense, Daniel Salvador. 

Storani tiene, en cambio, una visión estratégica más amplia y, en última instancia, aceptaría la alianza. Su problema es que no ha logrado acordar con Ricardo Alfonsín la incorporación de candidatos propios en las listas de diputados nacionales. Storani y Moreau no presentaron listas de candidatos a diputados nacionales en la elección interna reciente. Fue proclamada, entonces, la lista de Ricardo Alfonsín, la única que se presentó. 

En las últimas horas, el storanismo le reclamó a Alfonsín que incorporara al diputado Pedro Azcoiti, cuyo mandato vence en diciembre, en un lugar que le asegurara la reelección. Azcoiti es un viejo militante del sector que lidera Storani. 

Alfonsín le respondió con una negativa rotunda. "Puedo ser generoso con mi lugar y, de hecho, lo he sido, pero no puedo ser generoso con el lugar de los amigos que me acompañaron", le contestó. También sondearon a Alfonsín para que reclamara para él el primer lugar en la listas de la alianza con la Coalición Cívica, en lugar de Margarita Stolbizer, con el argumento de que aquél está midiendo mejor que ésta en las encuestas. "No voy a hacer eso", le replicó Alfonsín. 

Dirigentes de la corriente de Storani hicieron saber luego que analizaban la posibilidad de boicotear, en la convención, la aprobación del acuerdo con la Coalición Cívica. La suma mayoritaria de convencionales que responden a Storani y Moreau podría volcar la decisión del mayor órgano de conducción partidaria hacia un lado o a otro. 

Sin embargo, tanto Elisa Carrió como Ricardo Alfonsín se mostraron optimistas respecto del resultado final. Aunque no lo dicen, ambos confían en que los dirigentes díscolos terminarán por comprender que pagarían un enorme precio político si por culpa de ellos se frustrara la coalición que ya está instalada en importantes sectores sociales. 

El nuevo obstáculo interno del radicalismo surgió cuando se había resuelto quién ocuparía el primer lugar (la operación necesitó de una explícita y pública cesión de ese lugar por parte de Ricardo Alfonsín a Margarita Stolbizer) y cuando las encuestas comenzaban a medir esa alianza como un hecho consumado con miras al 28 de junio. La unión de los seguidores de Carrió y el nombre de Alfonsín, revalorizado en vastos sectores desde la muerte del ex presidente, habían duplicado las mediciones de opinión pública en las últimas semanas para la lista encabezada por Stolbizer. 

Subyacen, con todo, sectores radicales que no saben aún cómo seguirá la vida tras la muerte del líder que definió las principales líneas del partido casi en los últimos 30 años.

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