El recurso del miedo a la crisis y el temor al alcance del "efecto Alfonsín"

Son días estos de mucho trabajo en la Provincia para los encuestadores. Oficialistas y opositores coinciden en que las aguas están muy revueltas, y esperan los números de los sondeos para pulir o modificar estrategias. Con todo, aun en medio de tanta espuma, algunas cosas asoman claras: en primer lugar, la intención oficialista de reponer su discurso frente a la crisis --algo así como "nosotros o el caos"-- y amortiguar el debate sobre su jugada para sumar candidatos que presten sus nombres --algunos, a regañadientes--, pero que no asumirán los cargos que disputen.

Hay relevamientos que se esperan con ansiedad en la Casa Rosada y algún otro que espera del mismo modo Daniel Scioli, para definir su grado de participación en los movimientos que va dibujando Néstor Kirchner para lograr un resultado electoral hoy lejano de los pronósticos conocidos. También el PJ desalineado y la oposición aguardan informes de diferentes autores.

Los números conocidos en los últimos días y las expectativas por los que se están elaborando en estas horas indican que las cifras son muy ajustadas para el kirchnerismo. Este es un dato que se destaca con esperanzas en los sectores opuestos al Gobierno y que se reconoce, con reserva, en algunos círculos del oficialismo. Se coincide además en que, luego de la muerte de Raúl Alfonsín, dio un salto el registro del frente que están armando la Coalición Cívica y la UCR. Las lecturas, naturalmente, difieren.

Una fuente cercana al gobernador afirma que ese salto --de ocho puntos en una semana, según sus mediciones-- complica sobre todo a la dupla Francisco de Narváez-Felipe Solá y, en consecuencia, beneficia a la lista que encabezará Kirchner. Es una manera de aceptar, además, la inquietud por los números que logra el PJ disidente.

En las filas de los peronistas que compiten con el Gobierno se evalúa que el repunte radical puede influir en la disputa por el "voto útil" en la heterogénea franja opositora, pero sostienen que el cuadro actual es de virtual empate entre ellos y las listas K. "Eso explica la última jugada desesperada de Kirchner", resume un legislador de esa corriente.

Los radicales, en cambio, ven ahora un panorama menos polarizado y más cercano a una división en tercios, que reposicionaría al frente con Margarita Stolbizer y que debería pesar, esperan, a la hora de terminar de discutir el armado de la lista y, en particular, el lugar que ocupará Ricardo Alfonsín.

Además de los datos globales, todos aguardan las próximas encuestas para evaluar el impacto de la reciente y precipitada decisión de Kirchner sobre sus listas. La mayoría de los encuestadores coincide en que el gobernador tiene una imagen muy por encima de la que cosecha el ex presidente. El punto es si en una medida similar suma o no para las elecciones de junio su incorporación como "candidato testimonial", acompañando a Kirchner.

Scioli exhibe desgaste en su imagen, que de todas maneras logró recomponer después del tramo más duro del conflicto con los sectores rurales. Y la diferencia respecto de las dos principales figuras del Gobierno nacional la hace en sectores donde el kirchnerismo sigue en caída. Eso lo expresan, por ejemplo, algunos sondeos en grandes centros urbanos de la Provincia.

En este punto, las mediciones sobre el impacto de la jugada kirchnerista se cruza con el "efecto Alfonsín", entendido como una revalorización del ex presidente en términos de concepción y práctica políticas. Aún es un interrogante cuál es la dimensión definitiva de ese fenómeno.

El kirchnerismo, por supuesto, no dejará pasar el tiempo sin hacer nada. Por eso, volvió a la carga con el discurso según el cual lo que está en juego es la gobernabilidad. La crisis, en ese juego, aparece como un abismo sólo evitable con el fortalecimiento del Gobierno. Un dilema que se plantea ahora también para explicar la última movida de Kirchner, sin entrar en el debate sobre los límites que se fuerzan con ese armado. 

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