El vicepresidente recibirá a la jefa del Estado en el Congreso

Un tanteo en el Senado sobre los términos del protocolo y la idea de enviarlo en viaje oficial a Portugal fueron algunas de las alternativas que se barajaron en la Casa Rosada para evitar que el vicepresidente Julio César Cobos pudiera compartir espacio junto a Cristina Kirchner durante la Asamblea Legislativa del próximo domingo, en la que la Presidenta inaugurará el 127° período de sesiones ordinarias del Congreso con el clásico mensaje del estado de la Nación. 

Ambas tentativas terminaron frustradas y con el peor mensaje para el Poder Ejecutivo: Cobos participará de la Asamblea y la Presidenta tendrá que compartir varios minutos con su vicepresidente -el mismo cuya elección le reprocha todas las mañanas a Néstor Kirchner, según lo confesó el propio ex presidente-, mientras dure la tradicional ceremonia que se realiza el 1° de marzo de cada año. 

El viaje a Europa fue el primer fracaso del Gobierno. Según confiaron fuentes oficialistas, un importante funcionario de la Casa Rosada sugirió la posibilidad de que Cobos participara de un congreso que se realizará este fin de semana en Portugal como representante del Poder Ejecutivo. 

La propuesta había generado adhesiones entre los interlocutores del secretario de Estado. Pero todo se desinfló cuando uno de los presentes alertó sobre la maniobra: "Perdón, pero ¿les parece que es posible mandarlo a Europa después de que le negamos los viáticos para su viaje a Ecuador?", recordó. La desilusión coronó, entonces, aquella primera reunión para analizar la cuestión sobre la Asamblea Legislativa. 

Fracasada la primera movida, el Gobierno inició "contactos informales" con algunos de los funcionarios más experimentados del Senado para ver si existía algún tipo de maniobra que permitiera evitar que Cristina Kirchner tuviera que toparse con su vicepresidente, que, según la óptica de la jefa del Estado, "defeccionó" en su compromiso con la Concertación Plural al votar en contra de las retenciones móviles. Como se sabe, aquel voto desempató el debate en el Senado y concluyó con el rechazo del proyecto y el peor fracaso del kirchnerismo desde que llegó al poder. 

La respuesta fue clara y contundente: "No hay alternativa. El protocolo es claro: el presidente del Senado, y en este caso, aunque no le guste a la señora [por Cristina Kirchner], es Cobos, es el dueño de casa y, por lo tanto, quien debe recibirla". 

¿Qué dice el protocolo? Que el jefe del Estado ingresa en el Congreso por su explanada central, en donde es recibida por la comisión de legisladores que deben darle la bienvenida en el exterior del edificio. 
El peor momento 

Una vez cumplido este paso llega el momento menos querido por Cristina. Es el titular del Senado, en su condición de presidente de la Asamblea, quien debe recibirla en el centro del Salón Azul del Congreso. Allí, debajo de la histórica y pesada araña que cuelga de la cúpula del palacio legislativo, tendrá Cristina Kirchner que saludar a Cobos. Será el momento en el que flashes y cámaras de TV querrán captar cada uno de los detalles del encuentro. 

El protocolo indica que, luego, la Presidenta deberá presentar sus saludos al ejemplar de la Constitución nacional sancionada en 1994 que se guarda allí y firmar el libro de honor de visitantes ilustres, siempre acompañada por su vicepresidente. 

Pero el encuentro no concluirá ahí, sino que luego se desarrollarán largos minutos que obligarán a Cristina Kirchner a continuar con Cobos al lado de ella. 

Esto es así porque el vicepresidente deberá acompañarla en la recepción que le dispensará la comisión de legisladores que le darán la bienvenida en el interior del palacio y llevarla hasta el estrado de la presidencia del recinto de la Cámara de Diputados, en donde deberá dar por levantado el cuarto intermedio aprobado por la Asamblea para permitir la llegada de la Presidenta y darle, entonces sí, la palabra. 

El final también le deparará más disgustos a la jefa del Estado. Es que una vez concluido su discurso, Cobos deberá acompañarla hasta la explanada del palacio, unos interminables cincuenta metros en los que, nuevamente, flashes y cámaras de TV querrán tener cada uno de los gestos de los protagonistas. 

La jornada con Cobos concluirá, entonces, sólo cuando Cristina Kirchner suba al automóvil que la alejará del Congreso y de Cobos, el vicepresidente por el que no deja de reprochar a su marido.

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